Las decoraciones del árbol de
navidad tienen su origen en las ofrendas que se hacían a los dioses y que se suspendían
de los árboles.
En el este de Francia, esta
tradición consistía en colgar flores y frutos (sobre todo manzanas) en los
abetos. En 1858, una gran sequía acabó con la cosecha de frutas. Un artesano
del cristal de Goetzenbruck, un pequeño pueblo francés cerca de la frontera
alemana, tuvo la idea de remplazar las manzanas por bolas de cristal soplado.
Esta costumbre se extendió por todo el mundo a partir de finales del siglo XIX.
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