DÍA MUNDIA DE LA POESÍA
21 DE MARZO
Uno de los certámenes más
prestigiosos de poesía en nuestro país es el premio de la Fundación Loewe, que
desarrolla sus iniciativas culturales en el ámbito de la poesía, la música, la
danza, el diseño y la fotografía. Son patronos de la institución personalidades de la talla de Francisco Brines
o Mario Vargas Llosa. El premio lo publica la editorial Visor y lo han ganado
en estos últimos años poetas consagrados como Guillermo Carnero, Cristina Peri
Rossi, Carlos Marzal o Vicente Gallego, pero también otros menos conocidos como
Álvaro García o Juan Vicente Piqueras, que gracias a esta iniciativa hemos
descubierto y celebrado su palabra poética.
En esta edición, la XXVI,
han ganado el certamen Antonio Lucas con su
poemario “Los desengaños” y la joven Elena
Médel con “Chatterton”. De Antonio Lucas y su libro os puedo decir que me ha
gustado muchísimo, sus palabras expresan el dolor y la pasión de una forma
contenida, pero teñida de imágenes unas veces irracionales y otras de una
transparencia sentenciosa que se adueñan del lector para llevarlo hasta un
mundo que destila vida. Sobre el libro de Elena Médel, os hablo con menos
entusiasmo, aunque gana en hondura y madurez con respecto a publicaciones suyas
tan celebradas como “Mi primer bikini”, así que la semana que viene intentaré
mostraros el que inaugura el libro que me ha parecido muy bueno, el inicio me
trae a la memoria la ironía y el estilo de Ángel González.
De
Antonio Lucas os dejo el poema “Intemperie” , y a lo
largo de la semana descubriremos “Huellas”. Los dos recogen ese estilo
aforístico y unas acertadas imágenes que destilan el hondo sentir del desamparo
y del recuerdo que se transforman en dolor y nostalgia.
INTEMPERIE
Ahora que vuelvo al tiempo
de estar solo
y duele más la luz que se hace himno en cada
objeto.
Ahora que recorro la
distancia de mi cuerpo a mi pasado
y algo en ese viaje suena
ya desposeído.
Ahora que sabemos que
volver no es regresar,
sino un perderse con conciencia
de naufragio.
Ahora que no anochece en
la noche solamente.
Ahora que mis manos son
casa desolada.
Ahora que vivir no es un
verbo seguro.
Ahora que la sangre es tan
distinta
a la herida de haberla
imaginado.
Ahora que no somos los
sueños de haber sido,
aquel caudal de abrazo y
fiebre y laberinto.
Ahora que el futuro no
admite ser cantado
y es sólo un insistir de
días sucesivos.
Ahora que los hombres no
valen su misterio
y huyen despojados también
de su pobreza.
Ahora que te pienso
reverso de mí mismo.
A esta hora en que la vida
ya nunca será nuestra
con la misma sed que un
día la habitamos,
¿será que
nunca merecimos su belleza?
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