En algunas calles
-igual a una piel extendida y abierta-
se puede sentir el olor del silencio.
Es el rumor de las casas vacías
porque siempre el esplendor
suele ser un lugar deshabitado.
En estas calles solo viven los siglos y las piedras
las hiedras que se aferran a los muros
y trepan como buscando en la cima su alimento.
Las vidas vacías
se adhieren diente a diente en extensas hileras,
simétricos bocados cubiertos de polvo.
Yo interrumpo su silencio y me pregunto
¿quién plantará las flores y regará los cristales?
(Virginia Cantó, “Pasaporte renombrado”, 2013)
-igual a una piel extendida y abierta-
se puede sentir el olor del silencio.
Es el rumor de las casas vacías
porque siempre el esplendor
suele ser un lugar deshabitado.
En estas calles solo viven los siglos y las piedras
las hiedras que se aferran a los muros
y trepan como buscando en la cima su alimento.
Las vidas vacías
se adhieren diente a diente en extensas hileras,
simétricos bocados cubiertos de polvo.
Yo interrumpo su silencio y me pregunto
¿quién plantará las flores y regará los cristales?
(Virginia Cantó, “Pasaporte renombrado”, 2013)
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