DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA
21 de marzo
LA POESÍA EN EL IES DIEGO VELÁZQUEZ
Solicitamos estas actividades, que están patrocinada por la Subdirección General de Promoción del Libro, la Lectura y las Letras Españolas, en el primer trimestre del curso con la intención de que nuestros alumnos pudieran tener acceso a estos dos interesantes programas del Ministerio de Educación y Cultura.
En la primera actividad, se desarrolló una conferencia con alumnos de 1º Bachillerato, que tuvo lugar el día 2 de marzo. En ella el poeta y ensayista José Luis Gómez Toré acercó la poesía y la figura de Francisco Brines a los alumnos del Centro y centró su charla en aspectos muy reveladores sobre el autor de la Generación del 50, sobre el que ha escrito el ensayo La mirada elegíaca. El espacio y la memoria en la poesía de Francisco Brines. Del que destacó la esencia poética de la temporalidad del hombre desde una perspectiva vitalista. Pero también incidió en la importancia de la lectura como medio para conocer a los otros y como procedimiento de introspección a través de las palabras que dejan en nuestras manos los escritores, en este caso los poetas. Nos hizo ver la importancia de la lectura como un ejercicio de tolerancia en tanto en cuanto nos identificamos con las emociones y las vidas de otros, y las comprendemos a la vez que nos comprendemos a nosotros.
Después de la conferencia se realizó un coloquio con los alumnos. También hay que decir que previamente habían intervenido algunos con la lectura de poemas de Brines y de José Luis Gómez Toré. En las aulas, se estuvo trabajando la poesía de Francisco Brines y se hicieron aproximaciones de identificación con los textos del poeta valenciano que se leyeron al comienzo de la actividad.
La segunda actividad estuvo centrada en la poesía de Elena Medel, que visitó el Centro el día 12 de marzo para realizar un encuentro con nuestros alumnos de 1º Bachillerto. Elena Medel acercó de forma muy amena su quehacer poético a todos los asistentes, con quienes mantuvo al final un coloquio muy cercano. Unas alumnas leyeron su trayectoria poética y las impresiones que le evocaron la lectura de algunos poemas de su libro Mi primer bikini. Un libro que escribió siendo adolescente y que publicó con 17 años. El éxito de este poemario y su juventud han hecho de la autora un referente en las antologías de la poesía actual.
Sobre esta autora, algunos alumnos de 1º Bachillerato que han leído sus poemas han realizado unas reflexiones de identificación con la palabra poética de Elena Medel muy creativas e interesantes. Con todas reflexiones hemos realizado una antología comentada que está ilustrada con dibujos que han realizado también los alumnos. Añadimos a continuación una muestra de la actividad.
1. CANDY
Rota sobre el
arcoíris,
descubro que la
lluvia
es mi única coraza.
De noche se me
forman
piscinas en el
hombro,
mientras cuento mis
pecas.
De mañana, imagino
que buceo en ellas:
que mi nuez es
esponja,
que escribo mis
poemas
con la ruina de
nadie.
En el fondo de todo
–cuyo cielo es
trapecio–
mi cuello de
botella
se empequeñece y
ríe,
con un mensaje
dentro:
salir jamás de
aquí,
hormiga a pata
coja.
O tumbada en añil:
mi barbilla es
cruel
y araña el
imperdible
que sujeta mis botas,
o me arranca de
cuajo
el punzón que me
aferra
al balcón, y me
asomo.
He estado ahí
abajo.
Golpeo el techo y
llueve.
Diluvia mi cabello:
la lluvia es mi
defensa;
este, mi himno
acuático.
He estado ahí
abajo.
Abajo, más
profunda.
Donde puedo estar
sola.
Incluso más abajo,
incrustada en el
fondo
del agua o de la
tierra.
Trenzas
destartaladas:
soy muñeca de sucio
trapo, pisoteada,
rota sobre el
arcoíris.
Mi primer bikini, 2002
Como un frágil y transparente
cristal que con facilidad cae y se rompe sin remedio. Seguro que todos nos
hemos podido sentir identificados alguna vez con esta metáfora, al igual que
con el poema Candy de Elena Medel.
A veces, simplemente caemos,
caemos en ese vacío de desesperación y frustración, y la única solución que
encontramos es aislarnos, encontrar la paz en nuestra soledad aunque a veces
nos provoque tristeza. Necesitamos
llorar, sentir y emocionarnos, sobre todo en la adolescencia. Necesitamos
sentirnos vivos pero debemos saber que para que aparezca el arcoíris debemos soportar
las nubes y con ello, la lluvia. Sentir cada lágrima como si cada una
proviniera del gran océano revuelto que forma nudos en nuestras gargantas.
Llegando a disfrutar de esa
nostalgia, porque al final, es mejor sentir eso a no sentir nada. Buceamos en
nuestras propias piscinas de lágrimas, dando vueltas sin sentido sin encontrar
la salida al mar. Nos encerramos en nosotros mismos sin parar a pensar por qué
nos sentimos así, porque si lo supiéramos buscaríamos soluciones, pero en
realidad preferimos seguir nadando en nuestros 20 metros cúbicos de confort.
Ella, la tristeza, nos entiende, pero no podemos quedarnos a su lado toda la
vida si queremos disfrutar de unos rayos de sol.
Es duro pasar la adolescencia, ya
que en varias ocasiones podemos sentirnos rotos, incomprendidos y perdidos,
pero al final, así es como evolucionamos y maduramos, ya que realmente nos
encontramos con nuestro ser cuando más tristes estamos, y nuestra coraza acaba
siendo cada chaparrón que nos nubla el día, pero del que aprendemos un poquito
más de nosotros mismos, consiguiendo ver esos siete hermosos colores.
Este poema me atrapó desde el
primer momento en el que lo leí. Creo que refleja perfectamente ese sentimiento
de soledad, dolor o pesadumbre. Lo elegí, ya que me he sentido identificada en
algún momento de mi adolescencia con el poema, y por ello creo que puedo
interpretarlo de una forma personal. Me gusta la sensación de conectar con la
Elena Medel adolescente, es como si ella estuviese en frente de mí, leyéndome
su poema, que parece salido del alma. Pienso que es una obra que muestra la
parte más real de la autora, ya que nos transmite sus emociones y nos
transporta a su mundo interior. Me hace reflexionar, entrar en mi propio
universo y emocionarme recordando esos momentos que tenemos todos a veces.
Porque la poesía es eso, pura emoción, y así es Candy, sentimientos a flor de piel. Por eso me encanta este poema,
porque me hace sentir.
Creo que Elena Medel trata de
reflejar cómo a veces los adolescentes se sienten, desde su propia experiencia.
El quedarse estancado en el dolor, sin ver otra solución, que el llorar sea la
forma de desahogarse y encontrarse con uno mismo, el llegar a sentirse cómodo
en ese sentimiento que parece no abandonarte nunca, el chocarse contra el suelo
sin saber que el próximo paso es despegar hasta ver las nubes tan lejos que nos
olvidemos de ellas por un tiempo. También creo que describe bien esa sensación
de hundirse hasta lo más profundo sin poder ver la luz, simplemente piezas
rotas y desordenadas que caen lenta y silenciosamente en el infinito vacío.
Pero allí, uno puede estar solo, donde nadie le moleste. Y esto es muy común en
la adolescencia, aislarse, pensar que nadie te comprende, que te pisotean y te
asfixian hasta sacarte el océano por los ojos.
La frase inicial que se repite al
final del poema ‘‘rota sobre el arcoíris’’, creo que describe ese aparente
mundo de colores que al final simplemente es el resultado de una lluvia, es
decir, un sentimiento de infelicidad, que con la salida del sol se vuelve
precioso. Para mí, el arcoíris refleja la vida misma; para que aparezca el
arcoíris tiene que haber llovido. Felicidad y tristeza, ambas emociones son
necesarias para apreciar la vida y saber disfrutarla, aunque a veces deberíamos
aprender a bailar bajo la lluvia.
Dibujo y texto de Gadea
Rubio Pérez